Sonido ambiente: notas sobre un proyecto de arte contemporáneo.
(Texto desarrollado para el proyecto RUIDO NEGRO, producido en colaboración entre Museo Latinoamericano de Arte Público y Siete y Medio | Arte Local entre los meses de Enero y Mayo de 2021)
“No es un número, es la vida Son sus manos, es su piel El cuerpo de mi hermano, un humano sin derecho a ser Tenemos mucha memoria Pero hay hechos en la historia Que quiebran el tiempo del espacio y hasta la victoria”(1)
El arte contemporáneo es un conjunto de conocimientos, capacidades y estrategias que lidian con la tensión entre dos esferas. Si bien ambas están permanentemente en contacto y contagio, tienen bordes y límites que permiten definirlas para poder caracterizarlas. Hablamos de la cultura -en términos de consensos, códigos y costumbres- y del sistema del arte con sus ficciones, dinámicas e intereses específicos. Cuando las prácticas artísticas contemporáneas entran en funcionamiento provocan situaciones liminales que buscan intervienen en el imaginario para provocar la revisión de aquello que hace posible la convivencia.
Como todo campo de conocimiento, el arte contemporáneo tiene sus propias tradiciones y traiciones. Una Historia en la que también se suman la modernidad y la antigüedad para construir un acervo de casos, recursos, metodologías y técnicas. Las prácticas contemporáneas entran en discusión con ellas -descartando la búsqueda de la originalidad como valor- y rastrean antecedentes para actualizar su función. Al transformarlos, estos antecedentes, se convierten en formas de escribir las ficciones que hacen posible instalar las preguntas sobre el imaginario.
No se trata de ablandar o hacer más amable la conversación, sino de compartir la pregunta sobre cuánto somos capaces de tolerar la violencia y cómo la memoria colectiva puede funcionar como una interferencia molesta en nuestro devenir cotidiano y productivo. Lejos de estetizar la muerte, buscamos insertar una acción que burle nuestras defensas y nos sorprenda desprevenidos. Al tiempo de detectar cuáles son los mecanismos reaccionarios que utilizamos para conservar la distancia y la negación.
El ruido blanco de la rutina se mantiene. La ciudad continúa funcionando según el paradigma moderno en el que quienes responden al esquema productivo tienen lugar y quienes no están presentes de manera fantasmática. En medio de esta sonoridad aparecen los nombres de quienes han sido desaparecidos -entiéndase la utilización de esta palabra con su propio peso histórico específico- por el aparato represivo estatal.
El ruido negro surge como una caravana lenta, imperfecta, monocorde. Una voz que nombra y, mediante el lenguaje, hace presente aquello que no es otra cosa que un fracaso del que somos parte. Fracaso estructural y económico que -mientras que escribimos y leemos este texto- continúa en funcionamiento. Fracaso que trastoca la lógica del sistema económico que sostiene. Ya no sólo vemos la acumulación burda del excedente del trabajo de muchos, sino que vivimos al límite de convertirnos en el excedente del propio sistema. Cuando esto ocurre, el mismo estado-máquina, tolera o ignora sus existencias al surgimiento de un nuevo excedente. Tolera sosteniendo su lugar endeble como consumidores precarios. Ignora sus vidas, o sus muertes, a manos de su propio monopolio de la fuerza. (2)
Nuestro privilegio sopla la nube y la aleja. El ruido se disipa, volvemos al deber. La indignación ante el proceso, el descreimiento en el aparato estatal son la manera de cumplir con el rol de ciudadanía que indica la ficción que compartimos. Atravesar la lectura con las herramientas propias del arte contemporáneo, hace posible la distancia para analizar el fenómeno y sus efectos de manera estructural y comprender qué otros roles nos son posibles. Ante el ocultamiento, señalamos. Ante la solemnidad: interrumpimos. Ante la naturalización: insistimos en lo inevitable de tomar posición frente a los procesos económicos, políticos y sociales de los que somos parte.
Federico de la Puente (para Siete y Medio / Arte Local)
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(1) Sara Hebe. “Nunca digas nunca” https://www.youtube.com/watch?v=B25lOLQO7ZM
(2)“Cuando hablamos de “violencia institucional” damos cuenta de un fenómeno que abarca desde la detención “por averiguación de antecedentes” hasta las formas extremas de violencia como el asesinato (el llamado “gatillo fácil”) y la tortura física y psicológica. Al hablar de violencia institucional nos referimos a situaciones concretas que involucran necesariamente tres componentes: prácticas específicas (asesinato, aislamiento, tortura, etc.), funcionarios públicos (que llevan adelante o prestan aquiescencia) y contextos de restricción de autonomía y libertad (situaciones de detención, de internación, de instrucción, etc.)” Fuente: Los derechos humanos frente a la violencia institucional. Recuperado de http://www.jus.gob.ar/media/2932203/violencia_institucional.01.pdf