"Datos, luz y zumbidos" Agustina Palazzo
“En un mundo realmente invertido, lo verdadero es un momento de lo falso, considerando según sus propios términos, el espectáculo es la afirmación de la apariencia y la afirmación de toda vida humana y por tanto social, como simple apariencia”
Guy Debord, la sociedad del espectáculo.
Desde que se creó la posibilidad de habitar una realidad dispuesta en la dimensión de lo intangible a través de impulsos electromagnéticos, hemos migrado nuestras memorias, tecnologizado nuestros deseos y reformando nuestra personalidad con el gesto instintivo de pertenecer. La tecnología de la información nos conoce desde que configuramos la primera cuenta de correo hasta el ultimo dispositivo móvil, es por esto que la maquinaria informática es capaz de categorizarnos por los movimientos que hacen nuestras manos sobre el teclado, anticipar nuestro pensamiento y así mostrarnos nuestro siguiente anhelo, para después ofrecerlo a la puerta de la casa.
La idea de comunicarnos transmitiendo nuestra vida en imágenes no es más que la ilusión de cercanía a la que como entes sociales aspiramos, una vorágine de estas voluntades inundan esta realidad visible entre pantallas con señales que traducen y emulan realidades compartidas.
Agustina Palazzo nos presenta una serie de piezas reflexionando entre lo visual y lo sonoro, en blanco y negro, que determinan este concepto binario en el cual estamos embebidos como sociedad, los sistemas de comunicación digitales y nuestra relación con las pantallas.
Bajo esta premisa la exhibición se basa en una serie de obras que reflejan una conversión analógica de la cultura digital, sus simbologías y sus hábitos. Aquí se apropia de símbolos del pasado y el presente y hace uso de la palabra, frases y preguntas que se sitúan entre lo banal y una reflexión filosófica.
"Datos, luz y zumbidos" parece acercarse a un trabajo antropológico para descifrar los rastros de nuestros vestigios, que ocultos a la vista, nos recorren y atraviesan desde el aire, una memoria que aun sin ser tan antigua, se dispersa en forma de ondas sepultadas entre las siguientes, generando la necesidad de seguir conectados, para no vernos realmente reflejados en la pantalla negra de un dispositivo sin batería.
Es una referencia artística al cuadro en su momento en contraposición con internet. El viejo mundo a través del cual observábamos la realidad, que a su vez sucede en el mundo físico, y la introducción a lo virtual que también tiene soporte físico.
El diseño de la verdad, de la realidad que construimos. La construcción de mi ser, se construye también a partir de mi relación con a tecnología.Mi identidad, esta determinada también por quienes diseñan los algoritmos que dictarán mis preferencias y mis gustos.
Evoca un encuentro entre civilizaciones haciendo un glitch inesperado cuando una simbología de la antigüedad entra en contacto con los cánones del presente ya que pone en evidencia la banalización del hombre en la era de lo posmediático. La reproducción en serie de obras de la historia del arte de la humanidad, ha hecho que el arte se trivialice en paralelo, a su vez, lo hace el ser humano inmerso en los nuevos sistemas de comunicación, repitiendo los sistemas capitalistas y de consumo propagando las formas de comunicar, la construcción de nuestros cuerpos, de nuestra apariencia e imagen construida a través del espectáculo y las redes sociales que analiza nuestro ser.
Internet se sitúa hoy como un espacio de creación de la realidad, vivimos en un mundo virtual en el que cada vez le damos más veracidad a lo que existe en el ciberespacio. Cada vez volcamos más atención y energía mental, e incluso afectiva, a lo que transcurre online. El interrogante de la obra “si no esta en Internet, ¿existe?” trae el dilema de que si el mundo que nos rodea es real o ficticio, por que todo lo que aparece en internet se vuelve real por más que oscile entre verdades y posverdades. El cuestionamiento vuelve a las ideas del mito de la caverna de Platón, una alegoría basada en la idea de vivir creyendo que lo irreal y falso es la verdad. ¿Existe? Es una obra que cuestiona hasta qué punto la realidad y ficción o realidad y virtual se mezclan y conviven y nos hace cuestionar si vivimos en un mundo de apariencias moldeado por internet. Internet es el espacio en donde sucede la postverdad, capaz de crear realidades.
Esta obra esta basada en el concepto de la sociedad del espectáculo. A través de esta antena, es posible sintonizar cualquier frecuencia radial, uno de los medios de comunicación más utilizados desde el siglo pasado, la radio. Ondas electromagnéticas que navegan por el aire, y son invisibles ante el ojo humano. De acuerdo con Guy Debora, “en el mundo realmente invertido, lo verdadero es un momento de lo falso considerado según sus propios términos, el espectáculo es la afirmación de la apariencia y la afirmación de toda vida humana y por tanto social, como simple apariencia.” Los medios y la información que otorgan existen para ayudar a reproducir los modelos de producción que benefician al capitalismo, e influyen en la manera en la que nos comunicamos para de esta manera seguir replicando el mismo modelo de producción.