El accidente en el arte contemporáneo. Avelina Lésper en Zona MACO 2020

El pasado 5 de febrero se inauguró una de las Ferias de Arte más importante de México y América Latina, Zona MACO, en el marco de la semana del arte en la Ciudad de México. Durante una semana, diversas galerías y espacios ofrecieron a los espectadores diferentes exhibiciones de arte contemporáneo, entre los más importantes se encontraban BADA México[1], Salón ACME[2], Material Fair[3], entre otras. Durante el tercer día del evento, Avelina Lésper[4], una controvertida historiadora y crítica de arte mexicana, estuvo implicada en un desafortunado accidente en el área de la Galería OMR[5], cuando la obra “Nimble and sinister tricks[6]” del connotado artista mexicano Gabriel Rico, explotó de manera estrepitosa. La acusación del director del museo Soumaya, Alfonso Miranda y el material fotográfico del artista ecuatoriano Pavel Égüez, colocaron a Lésper como la aparente culpable de los acontecimientos, ya que se encontraba demasiado cerca de la obra al querer colocar una lata frente a ella y posteriormente realizar un registro fotográfico. En las redes sociales, especialmente Twitter y Facebook, no tardaron en hacer tendencia dicho acontecimiento. Muchos internautas culparon de forma directa a Lésper en la destrucción de la obra, entre ellas, una de la más sobresalientes fue la del curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC-UNAM), Cuauhtémoc Medina, el cual mencionaba la irrelevancia de si Lésper tocó o no la obra —tema central de la discusión— , sino su forma de relacionarse y entender el arte contemporáneo, dando como resultado la destrucción simbólica (al realizar sus onerosas criticas) y en este caso el material. Otras posturas se basaron en la burla de los objetos utilizados en el arte contemporáneo y lo irrisible de los precios en el mercado actual, lo anterior a partir de diversos memes. A pesar de que la Galería OMR calificó como una falta de profesionalismo y respeto por parte de Lésper en un primer momento, posteriormente declaró que no ejercería ningún procedimiento legal en su contra y que la obra se había perdido definitivamente al no poder ser reproducida de forma fidedigna. Por su parte, Lésper realizó un video y redactó un texto en su blog personal, en el cual explicaba las circunstancias en las que se vio envuelta y que la misma naturaleza de la obra era proclive a romperse por si misma: “Me dicen los expertos que un vidrio mal templado y mal cortado se puede romper espontáneamente, en cualquier momento. Al estar mal templado y forzarlo para ponerlo en el soporte, puede estallar, esto sucede en el momento o después. (…) Estos vidrios no están hechos para cargar, el peso de los objetos debió estar forzando al vidrio, y con un soporte inadecuado, estaba fragilizado. Las áreas más vulnerables del vidrio son las esquinas y tampoco estaban debidamente protegidas.” Después de varias semanas del suceso anteriormente mencionado, en la redes sociales se disolvió la noticia con la misma celeridad con la que apareció, como la mayoría de los contenidos virales —efímeros y tautológicos— en internet. Aún así, artistas, críticos y curadores, solo se limitaron a manifestar su apoyo de forma sutil al artista y a la galería que lo representa. Sin embargo, la curadora e historiadora de arte Avelina Lésper, a pesar que también cerró el episodio en sus espacios de expresión, en su momento mencionó algo interesante y que no tuvo el suficiente eco en los medios de comunicación, es decir, Lésper comparó la destrucción de la obra de Gabriel Rico con “El gran vidrio[7]” del artista francés Marcel Duchamp, el cual también involucra vidrio en su composición y que fue parcialmente roto en el traslado de su primera exposición pública en 1926, en el Museo de Brooklyn, Nueva York. No obstante, a diferencia de la obra destruida en Zona MACO 2020, en la cual la galería OMR declaró que sería imposible la reproducción facsímil de la misma; Duchamp, con su clarividencia —producto de su momento histórico—, tomó el accidente como la culminación de la obra. Estos ejemplos muestran dos perspectivas en la manera de abordar el “accidente” en el arte contemporáneo, por un lado, como un suceso trágico, que en algunos casos puede repararse o no, dependiendo del artista y la galería —museo, feria, etc.—, y, por otro, el continente y contenido de lo matérico y simbólico de la obra. Existen diversos ejemplos en la Historia del Arte Contemporáneo, en los cuales la reparación de la obra es una opción dable, ya que la mayoría de los elementos utilizados son de uso común y en algunos casos perecederos, más allá del seguro. Empero, lo interesante de estos accidentes es una paradoja sui generis, es decir, si el arte contemporáneo en sus diversas manifestaciones —performance, arte objeto, arte conceptual, instalación, entre otras—, reclama la interacción cuasi directa con el espectador, esto pondría al accidente como parte eventual y azarosa de una obra. Un ejemplo es la escultura “Fair and Square” de la artista Sean Matthews, en la que una mujer y su hija confundieron la obra con un columpio común y corriente, la curiosidad de la niña la instó a jugar en él, destruyendo la pieza a diez minutos de la inauguración en el Susquehanna Art Museum en Harrisburg[8], Pensilvania. Otro ejemplo, sucedió en la ciudad de Rotterdam, Holanda, en el Boijmans Van Beuningen, en el año 2011, cuando un hombre adulto se metió por accidente a la obra “Peanut-Butter Platform[9]” del artista Wim T. Schippers, la cual consistía en una instalación de 48 m2 de manteca de cacahuate. En otros casos, los espectadores no son los únicos que se ven envueltos en estos accidentes, también el personal de limpieza han sido presa de las ambigüedades de los objetos involucrados en la obra contemporánea. Uno de los ejemplos más conocidos, se presentó en 2015, en el Museo Bolzano de Milán, Italia, donde una empleada limpió y tiro a la basura —sic— la obra “¿Dónde vamos a bailar esta noche?”[10], de las artistas Sara Goldschmied y Eleonora Chiari, la cual consistía en varias botellas de champán, confettis, y demás elementos de fiesta. Existen muchos ejemplos más, donde el concepto “accidente” —en las obras de arte contemporáneo—, no funge como un suceso aislado y peyorativo que apela a la ignorancia de los implicados, sino como un neologismo que condensa el sentido de la obra, es decir, un proceso y alteración natural de la obra misma —como en la obra “El Gran Vidrio” de Duchamp—. Como menciona el crítico italiano, Vittorio Sgarbi, con respecto a la obra de Goldschmied y Charis, tirada a la basura por una empleada: "Si ella pensaba que era basura, significa que lo era. El arte debe ser entendido por cualquiera, incluidos los trabajadores de la limpieza.” En el caso de Avelina Lésper con la obra de Gabriel Rico, existe un elemento irónico y que justifica el no querer llamar accidente a lo sucedido en Zona MACO 2020. En primera instancia, Lésper es conocida por ser una crítica que constantemente se opone y rechaza lo que ella considera arte “V.I.P.”[11] —, por lo tanto, su condición no encaja con el perfil de personas que cometen este tipo de accidentes —niños, espectadores descuidados, personal de limpieza, etc. —, no obstante, surge las siguientes preguntas en la línea de la facticidad: acaso, los implicados en este tipo de accidentes, ¿solamente vieron en las obras de arte contemporáneo, puros objetos cotidianos de uso común y ensamblados? y, tal vez por eso, ¿actuaron en consecuencia ante ellos?

[1] Concepto argentino en el cual se presentan 100 artistas tanto consagrados como emergentes, para vender sus obras de forma directa con el público. [2] Plataforma de arte contemporáneo que impulsa el arte mexicano a partir de invitación y convocatoria abierta. [3] Feria de arte independiente latinoamericana donde asisten diversas galerías del mundo. [4] Autora del polémico libro “El fraude del arte contemporáneo”. [5] Galería de arte fundada en 1983 por Patricia Ortiz Monasterio y Jaime Riestra. [6] La obra valuada en 20,000 dólares, consistía en un vidrio templado sostenido por un bastidor de metal y atravesado por dos pelotas, un cuchillo, una pluma de pájaro y una piedra. [7] Esta obra es también conocida como “La novia desnudada por sus solteros, incluso”, en la cual el artista tardó 8 años en realizarla. Dentro de su composición está láminas de plomo, alambre de fusibles, aceite, barniz, entre otras cosas, todas pegadas de forma progresiva al vidrio como base. Actualmente forma parte de la colección permanente del Museo de Arte de Filadelfia. [8] Este suceso fue en el año 2018. Después del accidente, la obra requirió 60 horas de soldadura, en este caso el seguro pago los daños. [9] En esta ocasión, la persona si tuvo que pagar por los daños ocasionados a la instalación. Sin embargo, a pesar de que dicha obra ya ha sido pisada tres veces, el museo se niega a proteger la obra por motivos de estética. [10] Como la basura que contenía la obra no había sido desechada, se reinstauró la obra sin más pormenores. [11] La forma despectiva que utiliza Lésper al referirse al Videoarte, Instalación y Performance.