Arte contra la invisibilidad de la comunidad LGBT. Cinco casos en Perú: Andrew Mroczek y Juan José Barboza-Gubo
Andrew Mroczek y Juan José Barboza-Gubo han trabajado “a dos manos” sobre asuntos relacionados con la comunidad LGBTQI+ en el país y de manera muy precisa, evidenciando-denunciando asuntos muy concretos y lo han hecho desde la fotografía, el vídeo y los objetos. Es muy interesante cómo en algunas de estas obras recogen su propia tradición, la religiosa siempre presente queramos o no, para significar y también dignificar a personas y colectivos a los que siempre se les ha mantenido al margen, un margen marginal, una vida siempre pendiente de un hilo transitando por las afueras de la sociedad.
Son personas, especialmente las mujeres trans, cuyo único objetivo parece ser permanecer vivas, sobrevivir en unas condiciones de ficción. Pero realmente es mucho más, ese “estar vivas”, esa afirmación de “soy quien soy y como soy” es un acto político. Salir a la calle, hacer las compras, trabajar (en lo que pueden y como pueden) es un acto político. Dejarse fotografiar para la serie Vírgenes de la Puerta [11] (2014-2015) es un acto político, tanto de ellas como de los artistas.
La necesidad de hacer una obra así, que representara la dignidad de las mujeres trans, es algo que tiene relación con la propia memoria de Barboza-Gubo, por un ataque violento que ocurrió cuando era pequeño, contra una de estas mujeres, en su misma calle.
Yo tenía unos nueve años cuando fui testigo de un crimen de odio en contra de una mujer transgénero en Lima. Recuerdo que fue en la noche, ahí mismo, en la vereda, el mismo lugar por donde caminaba todos los días… y nadie la ayudó. Todos se la quedaron mirando con disgusto. Cuando era niño mi impresión de lo que había visto tenía relación con lo que yo percibía como el bien en contra del mal… y lo que vi fue claramente erróneo. Pero yo no entendía por qué fue permitido. ¿Por qué no estaba mal el hacerle daño a esta persona o hacerle daño a “este tipo de personas”. Es fácil para el “adulto – en mi” entender que el odio es algo que se enseña, pero para el “niño –en mi” en ese momento, trajo mucha confusión y una tristeza que se ha mantenido claramente en mi durante toda mi vida. Cuando crecí y aprendí el término “transgénero” quedé fascinado. Empecé a entender que era como una especie de transformación; pelando las capas de uno mismo con el fin de revelar la verdadera identidad… lo más puro “de ti”, algo que todos deberíamos de encontrar en nosotros mismos. Estas personas están luchando por su verdadero yo, su verdadera identidad. Para eso se necesita un coraje y fuerza que todo el mundo debería aplaudir y apoyar. Es una historia complicada, lo sé, pero ser testigo de aquel abuso y el hecho de que quedó impune, es probablemente la raíz de lo que se convertiría años más tarde en las Vírgenes de la Puerta [12].
Esto que narra el artista tiene que ver directamente con lo que decía al principio, con esa capacidad del arte para convertirse en altavoz y con el propio compromiso del artista para hacer de su trabajo un constructo social/político.
Vírgenes de la Puerta presenta a estas mujeres en todo su esplendor y en toda su dignidad. La forma de fotografiarlas, con auras, diademas y capas de las que se usan para las imágenes de la Virgen o para los reyes tiene que ver con esto, con la representación de la deidad, pero también de la fuerza. Es dignificarlas a ellas individualmente pero también como colectivo, casi como si al coronarlas estuvieran premiando su lucha y su resistencia.
En total son doce fotografías, la mayoría con una sola protagonista pero también algunas de grupo, como Janny & Nuria (2015), Andreina & Sarah Nicolle (2015) o Denise, Yefri, and Angie (2015), todas ellas situadas en cuidados emplazamientos que, igual que sus coronas y atuendos, no son simples escenarios sino que tienen una tremenda carga simbólica. En muchos casos eligieron antiguos edificios señoriales, ya en desuso, un poco abandonados, pero que resisten el paso del tiempo dando cuenta de su historia, tal como estas mujeres fuertes y poderosas: resisten y nos cuentan su historia y su lucha, también el triunfo de haber llegado a ser quienes son en realidad, de haberse construido a sí mismas frente a una sociedad y una política que pretende arrinconarlas y eliminarlas como algo inservible, como estos viejos edificios.
La elección de estos emplazamientos, estos edificios, guarda también otra metáfora: demostrar la decadencia en la que se encuentra la sociedad peruana, a diferencia de las vírgenes que se muestran bellas, poderosas, resilientes.
La obra Janny & Nuria abunda más en la idea de la dignificación al colocarlas en un retablo, elevadas por encima de “los mortales” y puestas como ejemplo de ese triunfo.
Así como Gaby (2014) lo hace del sufrimiento.
En Perú, como en tantos lugares, existe una sociedad tremendamente patriarcal, machista y homófoba, esto no es un descubrimiento de última hora, por desgracia. Este tipo de comportamientos están indisolublemente unidos a la discriminación y a la marginación –como hemos visto antes- de toda aquella persona que no piense como la mayoría dominante, que sea “diferente” y que no quiera ocultarse. Para ser “aceptados”, y aún más para no ser excluidos/as y agredidos/as, las personas de la comunidad LGBTQI+ “deben” permanecer en sus armarios. Es como aquello que tantas veces hemos oído de la homofobia liberal: “vale que lo seas, pero que no se te note”. Es decir, en el ocultamiento de tu casa puedes ser como quieras pero nunca en el exterior, sin darse cuenta, o no quererlo, que el solo hecho de salir a la calle es un acto político, de presencia y de autoafirmación.
El que las personas del colectivo nos mostremos como somos y lo que somos en nuestra vida diaria, en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, desestabiliza enormemente a esa sociedad “bien pensante”. La desequilibra en realidad porque la cuestiona, cuestiona su forma de vida como la única posible, cuestiona su poder, cuestiona su modelo de familia, incluso su forma de amar. Pero no venimos a cuestionar nada (o a lo mejor sí) venimos a ser, simplemente ser sin tener que escondernos. Sin que nuestro amor sea, como decía el poeta, “el amor que no se atreve a pronunciar su nombre” [13].
Sobre este asunto trata la serie fotográfica Los chicos (2014), de los mismos autores de los que vengo hablando, una serie de fotografías de chicos que se atreven a salir de esos armarios y mostrarse tal cual son. En Perú, tal vez especialmente en Lima, son muchos los que ha dado ese paso, arriesgándose a ser señalados e insultados pero conscientes de que es lo que hay que hacer, salir, ser visibles y exigir cambios tanto sociales como legislativos que mejoren sus vidas. Esto se vio, por ejemplo, en la demanda que se inició en 2014 por la promulgación de una ley que reconociera sus uniones civiles. Lo que en otros sitios llamamos el matrimonio igualitario. Las llamadas “clases superiores” se oponen fuertemente a esto, por la misma razón de desestabilización que antes he comentado. Lo curioso tal vez sea que este movimiento por la igualdad haya surgido entre jóvenes que no pertenecen a esa situación acomodada.
Como en la serie anterior los autores buscaron un emplazamiento concreto, una vieja mansión que milagrosamente ha persistido a los envites de las nuevas construcciones y que se mantiene como una muestra de orgullo, el mismo con el que se ponen ante el objetivo de la cámara estos muchachos. También algunos de ellos, como las mujeres trans, están llenos de simbologías religiosas, apareciendo con diademas y resplandores de santidad, Sael, Pedro, Junior (especialmente orgullosa su mirada), Guillermo, Humberto & Saul o Kevin. Otras fotografías de la serie muestran espacios y objetos de esa mansión olvidada, como una metáfora de resistencia, como la de ellos, Toro, Altar o Womb.
Anda es un vídeo en el que aparece como una procesión, de esas muchas que atraviesan nuestras calles y plazas en determinadas festividades. Aparece en la pantalla como una de estas procesiones, aunque sobre las andas no se ve nada, es como un signo o un peso oculto a las miradas, sólo quien lleva el peso sobre sus hombros sabe lo que realmente es. Esto aparece sobre los hombros de los porteadores, que son ocho chicos gays que se encontraban en diferentes tiempos del proceso de autoaceptación y visiblización, ese es realmente el peso que llevan sobre ellos.
Al título le podemos encontrar dos significados: el anda (o las andas) en las que se llevan las imágenes en las procesiones y anda de caminar, anda adelante en tu vida siendo lo que eres y como eres.
Por último, sobre el trabajo que han realizado estos dos artistas como un solo autor, hablar otra serie fotográfica que se merece verla con una cierta calma, con temple, porque hace referencia a hechos reales y bien traumáticos. Las fotografías están hechas en lugares concretos de la ciudad de Lima y otros sitios en los que fueron asaltados, golpeados, ultrajados y en muchos casos asesinados chicos gays o chicas trans. Digo que hay que ver estas fotos con calma y temple porque no es fácil leer sus nombres y lo que les hicieron.
No es una obra fácil pero sí absolutamente necesaria. Si es importante mostrarnos como somos mucho más lo es poner de manifiesto las vidas de aquellos y aquellas que lo hicieron y lo que les costó. No lo digo como para amedrentar a quienes se hallen en este proceso sino para que sepamos reconocer y agradecer lo que tantas y tantos han hecho tanto por su vida como por la nuestra. La libertad que ahora tenemos (la que tengamos) ha sido ganada con esfuerzo, lucha y sangre de muchos y muchas que, desgraciadamente, se dejaron la vida. Reconocer y agradecer y no dejar jamás que su sangre de haya derramado en vano. Hemos recibido un legado que ha costado muchas vidas, de nosotros ahora depende mantener y acrecentar lo conseguido.
Esta obra de la que hablo se titula Padre Patria (2014, en proceso). Como digo cada obra retrata calles, carreteras o campos donde ocurrieron estos hechos a los que me refiero. Es un trabajo documental realizado después de un arduo proceso de documentación. Arduo y me imagino que doloroso. Bajo cada fotografía aparece el nombre de la persona a que se refiere, si era gay o trans, lo que le ocurrió y la fecha del suceso. La lectura de lo que les hicieron puede ser muy dolorosa.
Si bien el paisaje del Perú a menudo se celebra por su rica historia, la serie Fatherland cambia esta percepción y ofrece una narrativa contraria, exponiendo a los espectadores a las cicatrices nacidas de décadas de una implacable epidemia de odio. A través de una extensa investigación de las comunidades homosexuales y transgénero, documentamos los sitios de crímenes de odio en las ciudades de Perú, los desiertos, los Andes y en las profundidades de las selvas del Amazonas. Aunque no se muestra ningún asaltante, la serie subraya los efectos peligrosos del patriarcado y la intolerancia, y examina cómo estas construcciones crean los ambientes tóxicos que prestan poco valor a las vidas LGBTQ. Cada imagen se presenta como una denuncia del desprecio flagrante por los estilos de vida no conformes que desafían las agendas de los líderes religiosos y políticos que continúan permitiendo el ciclo de violencia oprimiendo intencionalmente a la comunidad LGBTQ o descartando e ignorando sus necesidades.
Debido a la naturaleza extremadamente violenta de estos asaltos, creemos que la energía de aquellos cuyas vidas han sido tomadas permanece en estos lugares, y la brutalidad de cada evento ha marcado la tierra. Para el público peruano, estos breves relatos de brutalidad colocan un espejo inquietante que refleja el oscuro vientre de su propia cultura. Para el resto del mundo, las fotografías sirven para desenmascarar una apatía predominante hacia las injusticias sociales y la lucha cotidiana por la seguridad y la supervivencia que soportan muchas poblaciones que identifican LGBTQ [14].
La serie se acompaña de un vídeo donde aparece toda la información de lo ocurrido.
La construcción de la identidad, una cuestión tan importante como difícil, mucho más si lo hacemos desde una mirada LGBTQI+. La homosexualidad es mucho más que un asunto de personas que se enamoran de otros/as de su mismo sexo, eso sería tremendamente reduccionista y sólo aborda una parte de la personalidad, sólo el ámbito sexo/afectivo. Mucho más si hablamos de personas trans.
Hay un error en el que caen muchos/as y que se repite constantemente: hablar de lo sexual, de la atracción sexual por personas de tu mismo género, de relaciones sexuales. Es un error y grande porque circunscribe lo homosexual sólo al ámbito de las relaciones sexuales, que, además, quedan dentro del ámbito de las personas. Cierra así la puerta a la acción y a la vida social y política de las personas. Cierra la puerta o niega las relaciones afectivas, a las posibilidades de amar, de tener una relación afectiva e incluso a la posibilidad de formar una familia. Es por eso que, en lugar de hablar de diversidad sexual, deberíamos hablar de diversidad sexo/afectiva.
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NOTAS: 11 .- El título se refiere a la patrona de Otuzco, al norte del país. En 1664 fue atacada por piratas. Los habitantes sacaron una imagen de la Virgen María a la puerta de la ciudad y los atacantes se marcharon. 12.- https://sinetiquetas.org/2015/04/27/virgenes-de-la-puerta-la-lucha-y-el-coraje-de-las-mujeres-transen-el-peru/ 13.- “Después suspirando, dijo el otro: ‘Entonces permíteme que me presente, yo soy el Amor que no se atreve a pronunciar su nombre’”. Lord Alfred Douglas, el joven amante de Oscar Wilde. 14.- http://www.barbozagubo-mroczek.com/fatherlandstatement traducción propia