PAOLA VERGOTTINI: Las artes dan valores
La artista Argentina, reconocida por sus personajes, su interés en la temática de género y la reivindicación de la mujer, coquetea con la abstracción y expone en Buenos Aires, Shangai , Francia, USA y Nicaragua.
¿Desde cuándo el arte es parte de tu vida?
Me quedaba dibujando en los recreos y nunca paré. Tenía el mandato de hacer una carrera y la hice en artes superando la creencia de que de “eso” no se vive, aunque fue un poco así. Trabajé en el ZOO los fines de semana, vendiendo ropa de cuero e enciclopedias, hasta iba caminando a la facultad. Luego, con mi madrina la artista Zulema Petruchanski, hice dibujo, grabado, la pintura vino después.
¿Cómo defines tu obra? Es Figurativa, referencial.
Y a partir de qué sentiste que ibas por buen camino?
En el 2006 se empezó a vender lo que pintaba, un cambio drástico que me reafirmó. Todo se movió rápido aquí y en el exterior.
¿De dónde emergen tus personajes, mayormente femeninos, y su simbología?
Me crié entre mujeres, me interesan los temas de género, lo femenino y la reivindicación de la mujer como diosa creadora, si bien aparecen en mi obra como muñecas que funcionan bien, alegres y bonitas, víctimas de una sociedad patriarcal, más exigidas que los hombres.
La simbología sale de mis sueños. Cuando soñamos viajamos, los barcos simbolizan ese viaje en la cabeza, tal era mi creencia en la infancia y Jean Paul Garnier Malet, en su teoría de desdoblamiento del tiempo, sustentó mi pensamiento. Los paraguas son protección solidaria, la casa con ruedas, nuestro hogar móvil, con nosotros donde quiera que estemos, el casco en una guerrera romana contemporánea y en bici, simboliza abrirse paso en un mundo a veces hostil.
¿Los curadores fijan una formula de éxito?
Las galerías tienden a encasillar, a hacer repetir lo que se vende. Se sufre un poco cuando hay cambios internos visibles en la obra, en esos momentos de crisis, no te muestras tanto, ahora estoy en ese proceso y me gusta.
¿Qué genera el cambio en tu paleta? Me gustaba Goya, el aguafuerte y la aguatinta, el lápiz es donde mejor me siento, pero lleva mucho tiempo. Usaba blanco y negro cuando mi expresión era más catártica. El azul siguió al negro, y el rojo, turquesa y beige, son excusas para contar. Me da tranquilidad algo amable además de lo que dicen los personajes.
¿Cómo te influyen Simone de Beauvoir e Ibsen? Me impresionaron desde chica y cuando estudiaba en la Escuela Prylidiano Pueyrredón. La “Casa de muñecas” fue mi estructura inicial como secreto de la felicidad, aunque no me interesa como fin en la vida donde, creo, estamos para aprender. Me casé de blanco, tuve dos hijos y más tarde de algún modo se rompió esa casa de muñecas idealizada, mundo ilusorio a atravesar.
Has recibido premios en pintura, dibujo y grabado, pero eliges la pintura. Cuando estudiaba me era complejo pintar, no me gustaba el resultado, pero le encontré algo curativo, relajado, lúdico y de enchastre que me atrae sensorialmente.
¿Qué recuerdas de tu experiencia como becaria de Alfredo de Vicenzo?
Sus frases: “Bueno, bueno… ¡a seguir trabajando! “ Yo me fascinaba con algún resultado y el nos instaba a seguir, a trabajar ordenadamente y a no detenerse en la vanidad. Llegué a trabajar como una máquina, ahora puedo hacerlo relajada en general, porque todo me costó más sin recursos económicos. Mamá enviudó joven, y tuvimos que trabajar desde chicas, ¡por eso disfruto tanto ahora al comprar todos los colores que quiero!
Tus personajes emergen desde una bruma… Los fondos me recuerdan a Rembrandt. Tuve una infancia oscura, una adolescencia más feliz y aprendí a volver a reírme aunque ya había perdido a mi padre. Me gusta que mis personajes emerjan de la oscuridad, como el loto, desde el barro. Por eso elegí trabajar en una villa y deseo hacerlo en un centro de salud mental ya que no todas las personas con emergentes allí debieran estar encerradas, muchos son artistas en potencia.
¿Cómo es exponer y vender en Argentina y el exterior? En mi país disfruto que la primera obra de una casa sea mía, y si bien ya tengo un público serio y coleccionistas que me siguen, en Francia, Países Bajos, Noruega, Shanghái, Miami, San Diego, New York o California en USA, en CUBA y Perú, siento más reconocimiento.
¿En qué formato te sientes más cómoda? ¿Con precisión? ¡Me encanta el 1.20x120 y los chiquitos si viajo! Cuando me convocan para hacer murales me hace tan bien al espíritu, como acto grupal de trabajar con personas sensibles, aunque que no necesariamente reconocidos.
¿Donde produces? Ahora en mi casa taller, puedo trabajar toda la noche y es un festín, oigo jazz y no paro. La pintura, y si es de noche, es tocar el cielo. Aunque puedo quedarme demasiado recluida, por suerte mis hijos me ponen en órbita y cocino, atiendo la casa y conecto a tierra.
¿Algo difícil? Este momento de transición de imagen, coqueteando con la abstracción.
¿Cómo influenció en el crecimiento de tus hijos, el vivir rodeados de creatividad?
Mi hijo menor fue diagnosticado con autismo y desarrolló un modo de comunicarse a través de mapas que dibuja en detalle, con trece años tuvo su primer exposición en el Hipódromo de san Isidro. En una Fundación de apoyo para el espectro autista, se subastó un caballo que él intervino, también hace música, una influencia paterna. Mi hijo mayor toca piano de oído desde los 8 años, me emociona, hoy cursa la carrera de intérprete en el Esnaola.
¿Que aportan las artes a la educación? El arte da valores, como oficio sin importar la recompensa económica, en formarse como sujeto social, en conocerse y tratar de ser mejor, no solo es dominar una técnica, trabajar en la sensibilidad amplía la percepción de la realidad. Fui criada humildemente, pero estudie danza clásica y asistía a espectáculos y a oír música clásica, a Chopin, escuchaba a Yann Tiersen, me encanta el piano como instrumento. Un piano sonando por ahí, color en una pared… el arte en un punto, salva.
¿Retomarías la docencia? Estuve algo peleada con la enseñanza cuando la producción de obra era lo que más abarcaba mi día. Hoy tengo un sentido más maternal de enseñar y retomaría incluso en ámbitos de arte como terapia.
¿Cómo influye lo interno y el entorno cuando pintas?
Casi todos los días medito, pongo música a veces y me conecto sobre todo con el sol. La noche es más mágica. El dolor no es motor para mí, la música es un gran disparador, mayor que la meditación.
¿Donde exhibes permanentemente?
En la Galería Renoir de Arroyo 840 en Buenos Aires, en la Galería Carre d’artistes de Shangai y Paris, en Galería Cariló de Arte Contemporáneo en Cariló, Buenos Aires, y en Galería Ford Fine Art ( Arte Latinoamericano), USA, Nicaragua y en mi Atelier. https://www.artpaolavergottini.com
¿Qué te regaló esta vocación? Tuve la suerte de elegir el arte y que el arte me eligiera. Siento que es lo que mejor se hacer y lo que más me gusta de todas las expresiones creativas.
¿Una meta a alcanzar? Desafiarme a explorar mis imágenes y como las comunico, investigar otras técnicas en un camino sin fin.
¿Y un deseo para el mundo? Paz, amor. Hay cierta discapacidad social en amor, se necesita dar… Recibir, sucede.
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