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ARTE SOCIAL PARA RECONCILIAR AL MUNDO (Entrevista a Daniel Corvino)

Argentina 2020-02

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ARTE SOCIAL PARA RECONCILIAR AL MUNDO 

DANIEL CORVINO: Consolidando grietas bajo la mirada de un Ángel

Observar como acto de conciencia y justicia, percibir, sin tomar partido; como un Ángel frente al libre albedrío humano. Ver la fragilidad y contar poéticamente lo que es, lo negado y doloroso de  la realidad cotidiana, para darse cuenta. Alegorías en sepia, fotos cristalizadas de un pasado social crítico, extendido y purulento; premonitorio a la sepsis de una región tan preciosa como excluida, afloran entre y carmines de enojo y sangre,  entre el negro del hollín, de piquetes y de luto. Grises  de un tiempo contaminado por engaños y mentiras,  soledades enfrentadas, reconocidas a la luz de la verdad ante el silencio reflexivo de los espacios cerúleos de la obra de Corvino, carentes de  identidad política y abundantes en  compasión; como un cielo caído en su  pincel, cargado con la esperanza de reconciliar una sociedad fragmentada en un instante de contemplación, que es casi como un ruego.  


En tu familia había cierto aire litúrgico, ¿Qué pasó  luego de leer  con tu mujer la Biblia personal que te regalara tu abuelo, una página por día durante dos años? Fue algo místico, cuando la terminamos de leer, el fallece, la situación me dejó una sensación de sentido profundo  por el que se dan las cosas. En la vida tenemos Ángeles y llegan en momentos precisos.  La gente cree fantasiosamente que va a venir Dios en persona o alguien con una túnica a decirles tal cosa o a interceder, pero son estos momentos, simples y angelados, que esbozan el misterio de lo espiritual.

Por tu constancia y habilidades, podrías haber sido cantante lírico, concertista de guitarra, sin embargo te encaminas a la pintura. Ese fue sin dudas un momento angelado, mágico, ocurrió en Pascuas a mis 27 años. Haciendo zapping, me detuve a ver un documental sobre  la Vida de Vincent Van Gogh y sentí algo directo, como un rayo, tuve  la certeza de ser pintor,  un mensaje interno de tal claridad que me erizó la piel,  y tan intenso fue, que me sacó de la actividad que desarrollaba en aquel entonces, más politizada.

Te reconociste pintor junto a varios maestros de pintura, pero la inflexión la determinó el grabado luego de estudiar con Leonardo Gotleyb  y Alicia Díaz Rinaldi. Antes mi obra era más expresionista abstracta. Si bien dibujaba desde chico, hacer grabado me validó por completo, sentí que realmente podía dibujar y  comencé a plasmar las manifestaciones que luego trasladaría a un dibujo más expresivo, desde la pintura.

 ¿Qué has encontrado en el estudio de Historia del Arte, Filosofía y Pensamiento contemporáneo con Raúl Santana, Norberto Griffa y Fermín Fèvre? Me fui descubriendo, aprendí a pensar y a crear mi pensamiento, a construir mi propio yo. Llevado al arte, es desde aquí que puede formarse un cuerpo de  obra. La pintura no es representación, es presentación de algo. 

¿Qué impregnó tu pasión por el folklore y las composiciones de Eduardo Falú, de quien fuiste amigo; José Larralde, Atahualpa Yupanki y Alfredo Zitarrosa? Mi padre era algo ausente,  yo solía oír mucha música en la radio con mi madre, así, mis valores para la vida vinieron a través de mis gustos musicales. No tuve formación académica, y esos contenidos que escuchaba, moldearon mi carácter, mi modo de ser y pensar. La primera canción de la que recuerdo su impacto a mis cuatro años,  fue “El arriero” de Atahualpa Yupanki, “las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”  decía,  y algo intenso resonó en dirección a lo social.

¿Tu momento más crítico? Decidir la profesión. Soy más músico que artista plástico en realidad, pero tengo más condición para lo plástico, y es bueno elegir dar lo máximo de sí.  El arte es un modo de comunicación movilizadora; y desde la música, no llego a lograr ese intercambio natural que se me da desde las artes plásticas.

¿Cómo  acompañan tu búsqueda medios y materias? Cuando comencé había campos estancos, eras pintor o dibujante o  escultor o fotógrafo;  pero el tiempo disolvió esa barrera, y ya no hay límites para comunicarse.  La pintura permanece, pero es estática y acorde a lo que hago, me queda chica. El video que ya incorporo, creo es hacia donde voy a derivar.

A la serie Los reciclantes (2012), la  protagonizan los personajes y el entorno del reciclado tras la Crisis Argentina en 2001, relevante actividad urbana hasta hoy,  síntoma  de exclusión social, la falta de educación y el acceso al trabajo. ¿Cómo evalúas sus décadas de permanencia?

Percibo una historia en la evolución de los cartoneros. Llego a ellos por ese modo de apropiarse de la ciudad en el  sentido  de instaurar un cambio en la habitualidad del paisaje urbano; como los piqueteros y las  manifestaciones, como la creación de las autopistas y  ese despojo barrial del cual fuera testigo durante mi trabajo gráfico, cercano a esos espacios en transformación.  Carlitos Arroyo y  los reciclantes, son una metáfora de lo que sucede en Argentina y sus posibilidades,  lo cual ha captado mi interés al punto de seguir trabajando en ello artísticamente,  pues muestran una faz de progreso en el modo en que se han unido y fortalecido, adquiriendo derechos, creando cooperativas.

Ganador una veintena de premios en Pintura, Grabado y Dibujo con la temática de Arte social como protagonista. ¿Cómo te inspira el acontecer actual local y regional? Algo está emergiendo, países que parecían estar bien, estaban mal, y aunque se crezca,  igual se está sometido. Adolecemos de una independencia total, el norte aventaja y nosotros seguimos tapando agujeros.  Llevará mucho tiempo y trabajo revertir décadas de decadencia hacia un país de verdad aquí.

 Mi obra se adelantó en el tiempo. Las manifestaciones, inicialmente locales, se fueron dando también en Grecia, Francia, España, Chile, Bolivia…,  así que espero seguir resistiendo y que resistamos,  como dice Paul Virilio en su libro El procedimiento silencio,  “El mundo globalizado se ha dividido en colaboracionistas y resistentes. Yo estoy entre los que resisten”. Así que, me encuentro en ese grupo, resistiendo, dentro de esta fragilidad que sigue  inspirando mis obras.

 Resisto al pensamiento único, a la impunidad, a la inseguridad, a la violencia, a la globalización deshumanizada, al arte manipulado por un par de críticos  con el pensamiento de que el arte debe “mostrar y no demostrar”; resisto a esa parte de la clase política, desvastadora de un país rico devenido pobre, con gran desocupación y crisis en la educación, en la salud y en la seguridad de los mayores que trabajaron toda una vida, en los jóvenes capacitados cuyo futuro fue emigrar, resisto hasta que vuelva a estar de moda la solidaridad, el esfuerzo, el estudio; para no estar distraídos en el presente,  para reflexionar, para darnos cuenta y no volver a dejarnos llevar al fracaso.

A  un año de la publicación de tu libro Trazado Biográfico, ¿qué proyectas? Seguir el rumbo con la pintura, los audiovisuales y las muestras. Retomo como inspiración a ese misterio del acto creativo, en una frase motivadora que Amadeus Mozart le dijera a Joseph Haydn: “Ponte a componer y no le des bolilla a nadie. No sigas la moda, que la moda te siga a ti “ 

¿Cómo podrían colaborar las artes en un mundo fragmentado?

Friedrich Nietzsche decía que el arte es como un consuelo frente al peso de la realidad. Esa capacidad de dar alivio y resiliencia que tienen las artes para soportar la  realidad y lo que hay que atravesar, facilita usar nuestros recursos, aún en la incertidumbre y ser útiles en el tiempo que nos toca; es colaborar activamente, integrándonos, consolidando  grietas de una sociedad fragmentada hacia un mundo más unido.


Alicia Elizabeth Dalterio

Daniel Corvino nace en Argentina en 1950. 

Con más de veinte premiaciones destacadas, obtiene el primer premio en la Bienal Areatec (2014), Salón Quinquela Martín (2009), Salón Galerías Pacífico (2003), Salón Villa Constitución (1995), Salón de otoño y de Pequeño Formato SAAP (1991), Salón Colegio Ward (1990), Salón Ateneo de La Boca (1988), el Salón ADAPLA (1985). 

Realizó exposiciones individuales en Buenos Aires en: Paláis de Glace,  Centro Cultural Recoleta, Museo Sívori, Museo de Neuquén, Museo Damaso Arce de Olavarría, Museo Benito Quinquela Martín. 

Su obra forma parte de las siguientes colecciones: Museo de la Pampa, Museo Damaso Arce de Olavarría, Museo Galisteo de Rodríguez, Santa Fe, Museo Sívori, Colegio Ward, Municipalidad de Lomas de Zamora, Municipalidad de Villa Constitución, Santa Fe  y colecciones privadas de Argentina, Brasil, Nueva York, México y Francia. 


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