HORIZONTES COMPARTIDOS
Más allá de todas las diferencias, existe un espacio de conocimientos, expectativas y
afectos que compartimos la mayoría de los seres humanos. Buscar estos puntos de
conexión, esas zonas comunes que nos permitan avanzar juntos hacia un futuro más
equitativo y sustentable debería ser nuestra principal divisa. Cercana a celebrar su 40
aniversario, la Bienal de La Habana continúa compartiendo esos horizontes donde habita la
utopía y convoca su decimoquinta edición guiada por la idea de tejer nuevas redes de
comunicación y colaboración que nos facilite seguir creciendo, profundizando y ampliando
nuestro rango de influencias, en pos de alcanzar la paz y una mejor convivencia entre el hombre
y la naturaleza.
Imbuidos del espíritu de la celebración y ante la posibilidad de los reencuentros, nos
proponemos hacer un análisis de la trayectoria del evento, retomar y repensar algunos de los
temas que han sido transversales a su historia y que han evolucionado e n el tiempo
mostrando nuevos matices. ¿Cuál podría ser entonces ese elemento caracterizador de la
Bienal de La Habana? Es Cuba, su gente empeñada día a día en preservar valores de
solidaridad y de dignidad, con la creatividad, tanto de los artistas como de los que no lo
son. Es la conciencia de que solo trabajando juntos es posible realizar la obra soñada y,
sobre todo, la confianza plena en que será una obra colectiva y solidaria. Poner de relieve ese
entramado de relaciones que posibilitan el desarrollo del evento es nuestro objetivo en esta
edición.
Imaginamos esta Bienal como una red afectiva que apueste por una convivencia basada en el
respeto a las diferencias y el valor de otros saberes y formas de existencia (y resistencia)
alejadas del modelo dominante. Nos interesan creadores y proyectos que trabajen de forma
colaborativa, más allá de los límites de sus respectivas disciplinas, y que sean capaces de
desarrollar acciones que permitan mediar entre todos los estratos y facetas de la sociedad y
la cultura. Intentaremos fortalecer el trabajo colectivo para alcanzar un bien común.
Tal y como ha sucedido en otras ocasiones, pero ahora de manera todavía más enfática,
queremos que el escenario principal de esta bienal no sean las galerías ni los espacios
tradicionalmente dedicados al arte. Es nuestro propósito que los artistas no solo vivan la
experiencia de Cuba, sino que creen de conjunto con sus habitantes en las comunidades y
que sean capaces de desarrollar estrategias de meditación que permitan un mayor
acercamiento entre todos.
Los invitamos a caminar juntos, a compartir el horizonte, las alegrías y sinsabores del camino en
busca de una utopía que, aunque parezca inalcanzable, nos impulse a ser cada día mejores y
menos egoístas.
Más allá de todas las diferencias, existe un espacio de conocimientos, expectativas y
afectos que compartimos la mayoría de los seres humanos. Buscar estos puntos de
conexión, esas zonas comunes que nos permitan avanzar juntos hacia un futuro más
equitativo y sustentable debería ser nuestra principal divisa. Cercana a celebrar su 40
aniversario, la Bienal de La Habana continúa compartiendo esos horizontes donde habita la
utopía y convoca su decimoquinta edición guiada por la idea de tejer nuevas redes de
comunicación y colaboración que nos facilite seguir creciendo, profundizando y ampliando
nuestro rango de influencias, en pos de alcanzar la paz y una mejor convivencia entre el hombre
y la naturaleza.
Imbuidos del espíritu de la celebración y ante la posibilidad de los reencuentros, nos
proponemos hacer un análisis de la trayectoria del evento, retomar y repensar algunos de los
temas que han sido transversales a su historia y que han evolucionado e n el tiempo
mostrando nuevos matices. ¿Cuál podría ser entonces ese elemento caracterizador de la
Bienal de La Habana? Es Cuba, su gente empeñada día a día en preservar valores de
solidaridad y de dignidad, con la creatividad, tanto de los artistas como de los que no lo
son. Es la conciencia de que solo trabajando juntos es posible realizar la obra soñada y,
sobre todo, la confianza plena en que será una obra colectiva y solidaria. Poner de relieve ese
entramado de relaciones que posibilitan el desarrollo del evento es nuestro objetivo en esta
edición.
Imaginamos esta Bienal como una red afectiva que apueste por una convivencia basada en el
respeto a las diferencias y el valor de otros saberes y formas de existencia (y resistencia)
alejadas del modelo dominante. Nos interesan creadores y proyectos que trabajen de forma
colaborativa, más allá de los límites de sus respectivas disciplinas, y que sean capaces de
desarrollar acciones que permitan mediar entre todos los estratos y facetas de la sociedad y
la cultura. Intentaremos fortalecer el trabajo colectivo para alcanzar un bien común.
Tal y como ha sucedido en otras ocasiones, pero ahora de manera todavía más enfática,
queremos que el escenario principal de esta bienal no sean las galerías ni los espacios
tradicionalmente dedicados al arte. Es nuestro propósito que los artistas no solo vivan la
experiencia de Cuba, sino que creen de conjunto con sus habitantes en las comunidades y
que sean capaces de desarrollar estrategias de meditación que permitan un mayor
acercamiento entre todos.
Los invitamos a caminar juntos, a compartir el horizonte, las alegrías y sinsabores del camino en
busca de una utopía que, aunque parezca inalcanzable, nos impulse a ser cada día mejores y
menos egoístas.