Este proyecto plasma la relación de las mujeres con la tierra, está conformado por retratos de mujeres rurales ecuatorianas, impresos utilizando la fotosensibilidad vegetal sobre hojas de banano, cacao, café y verduras y hiervas de huertos caseros, plantas que acompañan su labor diaria en el campo de Ecuador.
Desde tiempos precolombinos en la zona que hoy es considerada como territorio ecuatoriano, la mujer ha tenido una conexión energética con la tierra por tener el poder de vida, siempre fueron consideradas sagradas. Las diferentes culturas que aquí se desarrollaron como la Valdivia, buscaron a través de sus esculturas plasmar la divinidad de la mujer y el valor que tenía su presencia para el desarrollo de la comunidad.
Fue con la llegada de los españoles y la imposición de una nueva cultura y religión, la que hizo que el valor de la mujer sea relegado a un nivel bajo en el que incluso el milagro de dar vida sea considerado como un rol a cumplir.
Esta técnica me permite mostrar la simbiosis que se genera entre la mujer y la tierra, y como, tanto la mujer como lo que siembra dejan huella en cada una, esta relación que pasa desapercibida por la inmediatez de la vida citadina se develada a los ojos de quienes puedan detenerse a reconocer cada retrato, que, aunque en algunos casos parezca áspero por la textura de las hojas, siempre reflejará la huella de una delicada historia labrada por generaciones.