Instalación
Cuatro Contenedores de acetato transparentes 12 cm diámetro.
Oxido, residuos, arena, cenizas recogidos de los antiguos talleres del ferrocarril construido en 1956.
Pensando en el hecho de nuestra cotidianidad encuentro que hay cosas, objetos o elementos que pasan tan desapercibidos que sencillamente se vuelven invisibles ante nuestros ojos y me parecía increíble como cosas tan insignificantes como los residuos, limallas y polvos de algunos objetos y lugares de repente se ven cargados de historia. Reflexiono que una historia no contada en los libros, no escrita en los cuadernos, no contada oralmente es una historia estática en espera de que alguien las vea y descubra que en su insignificancia la historia se hace inmensamente poderosa.
Heidegger hablaba del espaciar y remite a escardar un espacio, pero yo podría agregar que también espaciar remite a escarbar la memoria, desbrozar una tierra baldía, en donde el vacío está lleno de recuerdos, de vivencias, de experiencias que alimentan el presente, pero no como simples nostalgia, sino como manera de tomar conciencia colectiva sobre la identidad y el patrimonio industrial de la ciudad. Hay una frase de Solá -Morales que se ajusta bien a lo expuesto:
…son lugares aparentemente olvidados donde parece predominar la memoria del pasado sobre el presente. Son lugares obsoletos en los que solo ciertos valores residuales se mantienen aún de su completo desafecto de la actividad de la ciudad. (…) En definitivo, lugares extraños al sistema urbano, exteriores mentales en el interior físico de la ciudad que aparecen como contra imagen de esta, tanto en el sentido de la crítica como en el sentido de su posible alternativa[1].